Vamos hoy en esta sección a Nicaragua, de la mano de la poeta, narradora y periodista Marta Leonor González, fundadora y directora de la revista de literatura crítica y pensamiento 400 ELEFANTES, directora del suplemento “La Prensa Literaria” y cofundadora de la Asociación Nicaragüense de Escritoras. Ha publicado tres obras poéticas: Huérfana embravecida (1999), El sinónimo antónimo (2002) y La casa de fuego (2008). Se la ha denominado “la poeta con más furia”, y la poeta de “la ira transformadora”, por el tono directo, crítico y desgarrado de sus poemas. Es una luchadora por la equidad para las mujeres en todos los ámbitos y, muy especialmente, en la cultura y el arte. En un escombro de la vieja Managua, es una durísima denuncia de la violencia, la pobreza, la soledad, de las que es víctima la anónima protagonista del poema. Refiriéndose a la obra de Marta Leonor González ha dicho la también poeta nicaragüense Daisy Zamora: “En esta era apocalíptica que padecemos, con el hambre, la miseria y la desesperanza prevalecientes en tantos países y la civilización destruyendo la Tierra –nuestra única casa, nuestro hogar común, es, en mi opinión, cuando más necesitados estamos de poesía, de esas palabras que nos revelan una y otra vez las verdades más hondas del corazón humano, y que, por brotar de la propia vida y de las experiencias de todo lo vivido, nos muestran el horror y la belleza de nuestra existencia consciente en un vasto y complejo universo que habitamos sin poder entenderlo, y menos, explicarlo.”
En un escombro de la vieja Managua
Navajas con filo se deslizan sobre pezones vírgenes
el golpe sobrevive ante el pavor,
la mano empuña, amenaza
es la vara que mide un cuerpo
lo recorre a prisa,
voraz otra vez se detiene y avanza
la puñalada llega y se va
hasta cegar los ojos negros
de la limpia vidrios de desdentado rostro,
matemática fue la hora de su nacimiento
para que el padre negara su existir
y le fue concedido su reino
de habitar entre latas y cartón
erigido el lugar habitado por la nada
que frente a los autobuses
se estaciona
y un semáforo es su único acompañante