Aún recuerdo aquel día, en Rafah (Palestina), cuando un grupo de personas de una delegación andaluza, subido a una montaña de escombros al lado de esa calle principal por donde habían pasado Moisés, Ciro, Napoleón y otros célebres personajes, un muchacho palestino nos guiaba para ver, desde lo alto, el enorme destrozo de las bombas y los buldóces israelíes en la población de Rafah. Allí estábamos viendo la devastación cuando un tanque, a gran velocidad, nos encañonó y desde un altavoz nos advirtió que nos marcháramos inmediatamente, cosa que hicimos.

Es una anécdota de aquel viaje de una delegación andaluza de 14 personas que hicimos a Palestina para conocer in situ la situación de agresión y destrucción que sufría la población palestina tras la última intifada.

No era un viaje de turismo, sino para conocer la situación de primera mano. En aquellos días de febrero de 2002 mantuvimos entrevistas con dirigentes políticos, incluyendo el presidente de la Autoridad Palestina Yasser Arafat, dirigentes sindicales, organizaciones de mujeres y derechos humanos, centros de salud y campos de refugiados (los de Dheishen, Rafah y Khan Yunis). Pudimos ver de primera mano los olivos arrancados a los palestinos, las aldeas arrasadas, las agresiones de los colonos, la expansión de los asentamientos israelíes (actualmente sabemos que hay unos 700.000 colonos israelíes en Cisjordania, incluido Jerusalén Oriental, que viven en 300 asentamientos y puestos avanzados, todos ellos ilegales según el derecho internacional humanitario) o las casas de las que echaban a los ciudadanos palestinos en el Jerusalén viejo.

A nuestro regreso la cooperación con la población palestina se fortaleció con la creación de la ONG Al Quds y los numerosos programas que iniciamos de cooperación, de compromiso político y de trabajo aquí para acercar la realidad palestina a nuestra sociedad. Por ello no hemos apartado la mirada de este irredento pueblo y ya, en este viaje al corazón del conflicto, empezamos a entender la intención genocida que se vive en nuestros días.

Por ello sentimos como propio el informe de la relatora especial sobre la situación de los derechos humanos en los Territorios Palestinos Ocupados de la ONU Francesca Albanese que el martes 23 de abril, presentó su informe Anatomía de un genocidio. Dijo que hay motivos razonables para creer que se ha alcanzado el umbral que indica la comisión del delito de genocidio contra los palestinos. En concreto, Israel ha cometido tres actos de genocidio con la intención requerida: causar graves daños físicos o mentales a miembros del grupo; infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física total o parcial; imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos dentro del grupo.

La experta señaló que algunos Estados, en lugar de detener su impulso, “han prestado apoyo militar, económico y político a la atrocidad, agravando la devastación que ha provocado en los palestinos”. En este contexto, Albanese pidió a estos Estados que cumplan con sus obligaciones e impongan un embargo de armas y sanciones a Israel. Afirmó que negar la realidad y mantener la impunidad y el excepcionalismo de Israel ya no es viable, especialmente a la luz de la resolución vinculante del Consejo de Seguridad, adoptada este lunes, día 22 de abril, que pide un alto el fuego inmediato en Gaza.

La potencia ocupante no distingue entre civiles y combatientes ni entre infraestructuras civiles y objetivos militares legítimos. Israel ha calificado a toda la población civil de Gaza de “escudos humanos” o “cómplices de los terroristas”, señaló Albanese. Además de matar a más de 30.000 palestinos, entre ellos 13.000 niños, las fuerzas israelíes utilizaron “un arsenal apocalíptico” en uno de los lugares más densamente poblados del planeta. Se utilizaron casi 25.000 toneladas de explosivos (el equivalente a dos bombas nucleares), municiones no guiadas (o “bombas tontas”) y otros artefactos para arrasar barrios enteros. Además en las dos primeras semanas, Israel impidió que entrara en Gaza toda la ayuda humanitaria, y en los meses siguientes ha impuesto restricciones extremas al agua, alimentos, electricidad y combustible.

Albanese concluyó que “en menos de seis meses Israel ha destruido Gaza, borrando o dañando gravemente casi toda la infraestructura civil y las tierras agrícolas”. La experta también se refirió a imágenes publicadas por parte de soldados israelíes “en las que se jactan de sus asesinatos de familias, madres, niños, del bombardeo de hogares, mezquitas y escuelas” y vídeos que “les muestran burlándose sádicamente y humillando a sus víctimas palestinas”.

Ante este desprecio a la dignidad humana, ante la continuada amnesia de Occidente y ante una justicia de Europa que no está pensada para los pobres y menos para las víctimas que Europa considera de tercera categoría, como palestinos o africanos, decimos “basta” y desde nuestro modesto trabajo de solidaridad seguiremos trabajando en apoyo al pueblo palestino. Y mientras, seguirán sonando en mis oídos las palabras con las que Arafat nos despedía: “Decidles que existimos”.

Artículo de Opinión de nuestro presidente Luis Pernía Ibáñez, publicado en “FSU Informa”, revista informativa anual de la Fundación Social Universal